Según Hall (2004) los aspectos semánticos, sintácticos, fonológicos y pragmáticos pueden interferir en la fluidez, de esa forma cuando un niño tiene dificultades para producir una determinada palabra en un determinado contexto, cuando no consigue elaborar una oración cuando encuentra una combinación fonológica compleja o está ante una situación pragmática difícil, puede producirse una alteración de la fluidez.
Según Regina Furquim de Andrade “La fluidez es el flujo continuo y suave de la producción del habla. Para que haya fluidez ambos componentes lingüísticos y para lingüísticos procesados por diferentes sistemas neurológicos convergen en un sistema común de salida. Un habla fluída requiere que estos componentes estén integrados en sincronía en equilibrio..
La disfluencia es la ruptura temporal e involuntaria del flujo del habla. Se produce cuando estos dos componentes están en desequilibrio. Esta ruptura es un acontecimiento natural en el habla de cualquier persona.
Desarrollo de la fluencia.
Se puede considerar la fluencia verbal a partir del momento en que el niños es capaz de emitir dos palabras seguidas; en este estadío el niño comente numerosas repeticiones, lo que constituye un fenómeno normal. El porcentaje de repeticiones pasa de 24 a 2 entre las edades de 2 a 6 años. Lo primero que desaparece son las repeticiones parciales de palabras (sílabas, sonidos) y más tarde, las de palabras enteras.
La continuidad del habla reside en la agilidad de transición entre los fonemas y entre las sílabas, cuando es correcta, esta co-articulación da la impresión auditiva de un habla que avanza de forma suave y flexible. Esta capacidad para coordinar los sistemas articulatorios del habla en forma rápida y precisa obedece a un calendario de desarrollo que es paralelo a la maduración del sistema nerviosos central.
Las pausas cumplen diversos cometidos, permiten la respiración durante el discurso, separan los enunciados y posibilitan traducir a la modalidad auditiva los signos gráficos de puntuación. Las pausas disminuyen con el aumento de la expresión y esto es evidente sobre todo entre las edades de 2 y 8 años.
La expresión fluida se desarrolla progresivamente a la edad de 6 años, el niño puede emitir 140 – 175 palabras/minuto, a los 8 años, 150-180, a los 10 años ya ha alcanzado el nivel del adulto con 6 sìlabas por seg. Es decir de 165 a 220 palabras/minuto.
El ritmo, es un aspecto de la prosodia, inherente a la secuencia de las sílabas, està caracterizado por ciertos parámetros acústicos que son: la duración de la vocal, la altura y la intensidad. El ritmo es perceptible desde la etapa de balbuceo (6-8 meses), luego se desarrolla como característica del lenguaje propiamente dicho entre las edades de 2 a 3 años, justo en el momento en que se observan largas y frecuentes repeticiones de palabras, como se ha mencionado anteriormente.
:) En un 75 % de los niños estas disfluencias son normales y tienden a desaparecer en el tiempo.
Según Regina Furquim de Andrade “La fluidez es el flujo continuo y suave de la producción del habla. Para que haya fluidez ambos componentes lingüísticos y para lingüísticos procesados por diferentes sistemas neurológicos convergen en un sistema común de salida. Un habla fluída requiere que estos componentes estén integrados en sincronía en equilibrio..
La disfluencia es la ruptura temporal e involuntaria del flujo del habla. Se produce cuando estos dos componentes están en desequilibrio. Esta ruptura es un acontecimiento natural en el habla de cualquier persona.
Desarrollo de la fluencia.
Se puede considerar la fluencia verbal a partir del momento en que el niños es capaz de emitir dos palabras seguidas; en este estadío el niño comente numerosas repeticiones, lo que constituye un fenómeno normal. El porcentaje de repeticiones pasa de 24 a 2 entre las edades de 2 a 6 años. Lo primero que desaparece son las repeticiones parciales de palabras (sílabas, sonidos) y más tarde, las de palabras enteras.
La continuidad del habla reside en la agilidad de transición entre los fonemas y entre las sílabas, cuando es correcta, esta co-articulación da la impresión auditiva de un habla que avanza de forma suave y flexible. Esta capacidad para coordinar los sistemas articulatorios del habla en forma rápida y precisa obedece a un calendario de desarrollo que es paralelo a la maduración del sistema nerviosos central.
Las pausas cumplen diversos cometidos, permiten la respiración durante el discurso, separan los enunciados y posibilitan traducir a la modalidad auditiva los signos gráficos de puntuación. Las pausas disminuyen con el aumento de la expresión y esto es evidente sobre todo entre las edades de 2 y 8 años.
La expresión fluida se desarrolla progresivamente a la edad de 6 años, el niño puede emitir 140 – 175 palabras/minuto, a los 8 años, 150-180, a los 10 años ya ha alcanzado el nivel del adulto con 6 sìlabas por seg. Es decir de 165 a 220 palabras/minuto.
El ritmo, es un aspecto de la prosodia, inherente a la secuencia de las sílabas, està caracterizado por ciertos parámetros acústicos que son: la duración de la vocal, la altura y la intensidad. El ritmo es perceptible desde la etapa de balbuceo (6-8 meses), luego se desarrolla como característica del lenguaje propiamente dicho entre las edades de 2 a 3 años, justo en el momento en que se observan largas y frecuentes repeticiones de palabras, como se ha mencionado anteriormente.
:) En un 75 % de los niños estas disfluencias son normales y tienden a desaparecer en el tiempo.
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