LA HUELLA DEL MAESTRO

26 de julio de año 2007

Querida Alicia:

Cuando evoco tu recuerdo varias sensaciones vienen a mi mente. Puedo percibir hasta el olor de aquellos años frágiles e iniciales en mi vida.

¡Cuánto tiempo ha pasado! Recuerdo las poesías que aprendía por ganar los concursos que promovías (¡me gustaba tanto ganar!): “La bandera pasa” de López Albújar, que no la escribo por no incomodar a los lectores de esta carta; “la niña de la lámpara azul”; y la canción con la cual gané, aquella que canto aún pero sin concluirla porque la voz se me quiebra, “mantelito blanco.”

¡Ah!, tus valsecitos. Tú eras especialista en cambiar letras y después, me dí cuenta,- y es hoy mi secreto- que soy tan especialista como tú. Cuántas cosas tuyas tengo en mí: el perfume, el mandil obligatorio, el apostar por el trabajo en grupo, el permitir que nos organicemos solos, el elegir el nombre de nuestros grupos.

¿Sabes?, cuando conformo un grupo vuelves a aparecer tú. Siempre deseo que se llame “sustancia gris”, como mi primer grupo, ese que armé aquella vez. ¡Cuánto buscamos el nombre!, y ganó el mío; y cuando sugeriste cambio de personas, no quería dejar sustancia gris ¡cómo sufrí!, y partí a Santa Cecilia. Luego en Santa Cecilia pasé a ser coordinadora general a tu sugerencia y recuerdo como nuestro periódico mural se convirtió en una revista. Siempre guiabas nuestras ideas.

Tengo pena al escribir esta carta pero me gusta ver cuantas cosas tuyas hay en mí. Gracias Alicia Pissanno de Mori, haz hecho de mí la persona que hoy soy.

Alicia, hoy que te escribo una cartita estoy pensando en mis nuevos maestros, los que estoy conociendo, los que vinieron después de ti. Gracias a ti los admiro, los respeto, los escucho y gracias a sus saberes siento que cada día que pasa se quieren parecer a ti: Mirtha Betancourt, Fonseca, Teresita Mariño, Esther Pino, Gloria y Mabel, son una cadena que se enlaza contigo perfectamente y ojalá yo pueda ser recordada por alguien como yo te recuerdo a ti.

Gloria Marlene Gárate Camacho.