Desde el río de Parménides el profesor Luis Guerrero responde a un artículo escrito por Rosa María Palacios comentando y opinando sobre los resultados de las pruebas de EvaluaciónCensal2011titulado: "No me sé la respuesta"
http://www.larepublica.pe/columnistas/contracandela/no-me-se-la-respuesta-02-04-2012. El artículo del profesor es :
Yo sí me la sé Rosa María
La periodista Rosa María
Palacios, con justa razón, se pregunta en un
reciente artículo publicado en La República si acaso la política educativa
sabe cómo remontar los bajos rendimientos en lectura y matemática que ha
revelado la última evaluación censal a estudiantes de segundo grado de primaria.
El informe hecho público hace poco por la Ministra Patricia Salas, muestra tres
hechos importantes: que los lentos progresos en los indicadores de rendimiento
de comprensión lectora observados en años anteriores llegaron a su techo; que en
matemática –donde nunca se levantó el vuelo- parece que entramos en reversa; y
que los niños que estudian en la escuela rural siguen siendo a los que peor les
va en la fiesta. Y cada vez peor.
Rosa María tiene memoria y
recuerda perfectamente las fórmulas ganadoras del pasado que ahora, cuando sus
propulsores ya se marcharon, comprobamos que no sirvieron de mucho: miles de
millones de dólares en infraestructura, materiales educativos, computadoras,
capacitación docente, carrera magisterial, «y una década después, solo el 13,2%
de los niños han logrado el aprendizaje esperado en matemáticas y solo 29,8%
entienden lo que leen», nos dice Palacios.
Tiene razón, entonces, en
desconfiar cuando la Ministra dice que se emplearán en adelante nuevas
estrategias, pues teme que sean más de lo mismo, es decir, nuevas fórmulas
mágicas que al final, cuando todos se hayan ido, se revelarán como otra ilusión.
Sin embargo, déjeme explicarle Rosa María que su pregunta sí tiene respuesta y
que esa me la sé.
En primer lugar, ha sido bueno
invertir en programas de capacitación docente durante el quinquenio anterior,
pero hubiera sido mejor enfocar esa capacitación en el tipo de quehacer
pedagógico que se requieren de los maestros, en vez de reciclarlos en teorías
disociadas de su práctica profesional. ¿Sabía usted Rosa María que separar la
lectura de la escritura en el aprendizaje de los niños es un anacronismo que se
remonta al antiguo Egipto? Hoy en día, la necesidad de leer brota de la pasión
por escribir y esa pasión es la que se mata a martillazos con el mazo de
ortografía y la caligrafía desde el primer grado. Lamentablemente, la
capacitación ofrecida a los maestros ha disparado para otra parte, sin ayudar a
revertir este hábito nefasto.
En segundo lugar, ha sido bueno
producir y distribuir materiales educativos a todas las escuelas, una sana
costumbre que ya cumplió más de quince años. Hubiera sido mejor, sin embargo,
crear los mecanismos necesarios para asegurar que esos materiales llegue a las
escuelas a tiempo y no en agosto, como se hizo tradición en los últimos años.
Pero, sobre todo ¡para que el maestro los use! ¿Sabía usted Rosa María que jamás
se evaluó el impacto de los materiales en las prácticas de los maestros y en los
aprendizajes? La explicación es simple: vigilar y promover su uso es complicado,
entregarlos es más sencillo y basta para salir en el noticiero de la
mañana.
En tercer lugar, difundir los
resultados de las evaluaciones censales a través de reportes amigables para
docentes, padres de familia y autoridades ha sido muy bueno. Hubiera sido mejor,
sin embargo, que esos boletines llegaran a las escuelas junto con equipos
profesionales bien preparados que ayuden a los maestros a usar esos resultados
para corregir y mejorar su enseñanza. Eso no se hizo. ¿Sabía usted Rosa María
que sabiendo qué escuelas están peor y dónde se encuentran –una de las ventajas
más obvias de invertir en una evaluación de tipo censal- no hubieron medidas
para llevar ayuda especial a esas escuelas, sino que se puso más afán en el
apoyo a las escuelas de la ciudad? La razón es evidente: tomar un atajo para
levantar el promedio nacional, al precio de sacrificar a las escuelas donde
estudian los más pobres.
En cuarto lugar, distribuir laptops a los estudiantes de todas las escuelas rurales del país ha sido bueno y desde julio del año pasado se han seguido distribuyendo en mayor proporción todavía. Hubiera sido mejor, sin embargo, que esas laptops llegaran a esas escuelas como parte de un programa dirigido a usarlas como herramientas para promover mejoras en los aprendizajes que pide el currículo, no como aparatos recreativos de uso extra curricular u objetos en espera de un «profesor de cómputo». ¿Sabía usted Rosa María que la capacitación del maestro para que sepa hacer el mejor uso pedagógico de esas máquinas en el salón de clases no era parte del plan? Una vez más, la explicación salta a la vista: la fastuosa ceremonia de entrega luce mejor en la TV que un programa de formación siempre costoso de implementar en un país grande y complejo.
Respecto a la inversión en
infraestructura educativa –construir y reparar colegios, ponerles agua y
desagüe, energía eléctrica, teléfono- déjeme decirle que se trata de una medida
que no necesariamente va a mejorar aprendizaje alguno. Sin duda, un ambiente más
cómodo y seguro motiva más a aprender, pero se puede aprender bien también
sentado sobre una piedra y se puede rendir pésimo en colegios con un local
fabuloso. Hay muchísima evidencia nacional e internacional que respalda esta
afirmación. No nos contemos ese cuento de nuevo: mejorar los locales escolares
no tendría por qué formar parte de ninguna fórmula para mejorar aprendizajes,
como nos han hecho creer en el pasado. Pero hay que hacerlo de todos modos, por
un mínimo de responsabilidad y respeto a la dignidad y el derecho de los niños.
Sólo que sería mejor hacerlo allá lejos, donde más hace falta, no aquí cerquita
no más, en las grandes ciudades, donde menos se necesita pero por donde más se
pasean los reporteros.
No se trata de echarles la culpa
a gobiernos anteriores, Rosa María, para disimular y pasar piola, como siempre
se estila. Se trata de ser responsable y de dejar de hacer política educativa
para ganarse el aplauso fácil de las graderías. El problema es que hacer las
cosas en serio es más complicado, más exigente y más caro, por lo tanto, más
riesgoso. La ministra Salas, sin embargo, ha abierto esa puerta. ¿La cruzamos
con ella o nos sentamos a esperar que la empujen?
Luis
Guerrero Ortiz
Publicado
en el Blog El río de Parménides
Lima, 03
de abril de 2012
No hay comentarios.:
Publicar un comentario