lunes, 23 de mayo de 2011

LA PRIMERA INFANCIA EN EL PERU


Artículo escrito por : Guillermo Giacosa .



Al cumplirse 80 años del comienzo de la educación inicial en el Perú es bueno conocer algunas cifras:






En 1999 el 53, 4% recibía educación inicial, en 2009 la cifra creció a 66, 3% de los niños de 3 a 5 años. Sin embargo aún siguen fuera del sistema educativo 800.000 niños de la edad antes mencionada. La meta trazada para el 2011 es elevar la cobertura al 73, 7%, sin embargo el ritmo de crecimiento de dicha cobertura en los últimos diez años ha sido de 1,3 puntos porcentuales anuales, por lo tanto teóricamente tomaría 25 años que todos los niños del Perú asistan a un centro de educación inicial.

Hay además, marcadas e injustas diferencias entre los sectores rurales y urbanos. Mientras en la zona urbana la educación inicial es de 74,5% en la zona rural solo lo es de 55%. Entre 1999 y 2009, tiempo de gran crecimiento económico, la brecha entre ambas realidades se expandió curiosamente de 8 a 20 puntos porcentuales. También la brecha es hiriente entre los pobres y los sectores acomodados: entre los primeros solo un 51,1% tienen acceso a ella; entre los segundos la cifra asciende a 77,8%. Para completar esta radiografía de la inequidad baste agregar que en el año 2009 diecisiete distritos del país no tenían ningún centro de educación inicial. Esos distritos estaban ubicados en las regiones de Amazonas, Ancash, Arequipa, Ica, Junín, Lima y Moquegua.


Cuando se habla de inversiones sólo parecen encandilar a economistas, políticos, periodistas y en consecuencia al público desinformado, aquellas destinadas a explotar algún recurso o a promover alguna actividad que estaba postergada o que no existía. Pocos piensan en el tema de la educación y especialmente el de la educación inicial que puede marcar a fuego, para el resto de su vida, el cerebro de un niño.


Los países más avanzados han invertido preferentemente en educación. No obstante ello los organismos financieros que los representan ponen poco énfasis en recomendarnos que hagamos lo propio. Vale la pena preguntarse por qué.

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