viernes, 31 de julio de 2009

¡EL CIRCO! Como fuente de inspiración



Ir al circo, no estaba entre las opciones de diversión por fiestas ya que por lo general se relacionan esas actividades a ir con niños o con sobrinos pequeños. Pero una propuesta diferente anima a cualquiera, así que decidimos ir a “Hechicero”.

Recordamos que el circo como concepto ha venido dando diversos cambios en nuestro país. La idea de que siempre sean personas distintas las que llegaban y se afincaban en sus carpas, y el hecho de ver trapecistas, payasos y magos; lo hacía una opción de gran deleite.

Pero nada como los dulces pasajes escritos por Abraham Valdelomar en el vuelo de los cóndores:

“Soñé con el circo. Claramente aparecieron en mi sueño todos los personajes. Vi desfilar a todos los animales. El payaso, el oso, el mono, el caballo, y, en medio de ellos, la niña rubia, delgada, de ojos negros, que me miraba sonriente. ¡Qué buena debía ser esa criatura tan callada y delgaducha! Todos los artistas se agrupaban, bailaba el oso, pirueteaba el payaso, giraba en la barra el hombre fuerte, en su caballo blanco daba vueltas al circo una bella mujer, y todo se iba borrando en mi sueño, quedando sólo la imagen de la desconocida niña con su triste y dulce lánguida mirada…

-¡El "convite"!
¡El "convite"! ...-



¡Abraham, Abraham!, gritaba mi hermanita. ¡Los volatineros!Salimos todos a la puerta. Por el fondo de la calle venía un grupo enorme de gente que unos cuantos músicos precedían. Avanzaron. Vimos pasar la banda de músicos con sus bronces ensortijados y sonoros, el bombo iba delante dando atronadores compases, después, en un caballo blanco, la artista Miss Bluther, con ceñido talle, sus rosadas piernas, sus brazos desnudos y redondos. Precioso atavío llevaba el caballo, que un hombre con casaca roja y un penacho en la cabeza, llena de cordones, portaba de la brida; después iba Mister Kendall, en traje de oficio, mostrando sus musculosos brazos en otro caballo. Montaba el tercero miss Orquídea, la bellísima criatura, que sonreía tristemente; en seguida el mono, muy engalanado, caballero en un asno pequeño, y luego "Confitito", rodeado de muchedumbre de chiquillos que palmoteaban a su lado llevando el compás de la música.
En la esquina se detuvieron y "Confitito" entonó al son de la música esta copla:
Los jóvenes de este tiempo
Usan flor en el ojal
Y dentro de los bolsillos
No se les encuentra un real
Una algazara estruendosa coreó las últimas palabras del payaso. Agitó éste su cónico gorro, dejando al descubierto su pelada cabeza.Rompió el bombo la marcha y todos se perdieron por el fin de la plazoleta hacia los rieles del ferrocarril para encaminarse al pueblo. Una nube de polvo los seguía y nosotros entramos a casa nuevamente, en tanto que la caravana multicolor y sonora se esfumaba detrás de los toñuces, en el salitroso camino.”(1)

La ilusión, algarabía y entusiasmo que logra Valdelomar con gran acierto en su obra “El vuelo de los cóndores” y cómo maneja la relación entre su familia y el circo ha quedado en mi recuerdo.

“Hechicero” tiene un comienzo igual y diferente. Igual, porque salen los artistas, y desfilan. Diferente, porque están vestidos con ropas propias de nuestra cultura, la música es peruana, cajones, huaynos, valses, una fusión muy interesante y una propuesta diferente; que permitió gozar de la música introduciéndonos a los más profundo de nuestro acervo cultural, que nos llevó de pronto a otro pasaje literario de recuerdos adolescentes:

“Rasu-Ñiti” bailó, tambaleándose un poco. El pequeño público entró en la habitación. Los músicos y el discípulo se cuadraron contra el rayo de sol. “Rasu-Ñiti” ocupó el suelo donde la franja de sol era más baja.

Le quemaban las piernas. Bailó sin hervor, casi tranquilo, el jaykuy; en el “sisi nina” sus pies se avivaron. —¡El Wamani está aleteando grande; está aleteando! —dijo “Atok’ sayku”, mirando la cabeza del bailarín.

Danzaba ya con brío. La sombra del cuarto empezó a henchirse como de una cargazón de viento; el dansak’ renacía.

Pero su cara, enmarcada por el pañuelo blanco, estaba más rígida, dura; sin embargo, con la mano izquierda agitaba el pañuelo rojo, como si fuera un trozo de carne que luchara. Su montera se mecía con todos sus espejos; en nada se percibía mejor el ritmo de la danza.

“Lurucha” había pegado el rostro al arco del arpa. ¿De dónde bajaba o brotaba esa música? No era sólo de las cuerdas y de la madera.

—¡Ya! ¡Estoy llegando! ¡Estoy por llegar! —dijo con voz fuerte el bailarín, pero la última sílaba salió como traposa, como de la boca de un loro. Se le paralizó una pierna

—¡Está el Wamani! ¡Tranquilo! —exclamó la mujer del dansak’ porque sintió que su hija menor temblaba. El arpista cambió la danza al tono de Waqtay (la lucha). “Rasu-Ñiti” hizo sonar más alto las tijeras.

Las elevó en dirección del rayo de sol que se iba alzando. Quedó clavado en el sitio; pero con el rostro aún más rígido y los ojos más hundidos, pudo dar una vuelta sobre su pierna viva. Entonces sus ojos dejaron de ser indiferentes; porque antes miraba como en abstracto, sin precisar a nadie. Ahora se fijaron en su hija mayor, casi con júbilo.

—El dios está creciendo. ¡Matará al caballo! —dijo. Le faltaba ya saliva. Su lengua se movía como revolcándose en polvo. —¡“Lurucha”! ¡Patrón! ¡Hijo! El Wamani me dice que eres de maíz blanco. De mi pecho sale tu tonada. De mi cabeza.

Y cayó al suelo. Sentado. No dejó de tocar las tijeras. La otra pierna se le había paralizado. Con la mano izquierda sacudía el pañuelo rojo, como un pendón de chichería en los meses de viento. “Lurucha”, que no parecía mirar al bailarín, empezó el yawar mayu (río de sangre), paso final que en todas las danzas de indios existe.

El pequeño público permaneció quieto. No se oían ruidos en el corral ni en los campos más lejanos. ¿Las gallinas y los cuyes sabían lo que pasaba, lo que significaba esa despedida?

La hija mayor del bailarín salió al corredor, despacio. Trajo en sus brazos uno de los grandes racimos de mazorcas de maíz de colores. Lo depositó en el suelo. Un cuy se atrevió también a salir de su hueco. Era macho, de pelo encrespado; con sus ojos rojísimos revisó un instante a los hombres y saltó a otro hueco. Silbó antes de entrar.

“Rasu-Ñiti” vio a la pequeña bestia. ¿Por qué tomó más impulso para seguir el ritmo lento, como el arrastrarse de un gran río turbio, del yawar mayu éste que tocaban “Lurucha” y don Pascual? “Lurucha” aquietó el endiablado ritmo de este paso de la danza.

Era el yawar mayu, pero lento, hondísimo; sí, con la figura de esos ríos inmensos, cargados con las primeras lluvias; ríos, de las proximidades de la selva que marchan también lentos, bajo el sol pesado en que resaltan todos los polvos y lodos, los animales muertos y árboles que arrastran, indeteniblemente.

Y estos ríos van entre montañas bajas, oscuras de árboles. No como los ríos de la sierra que se lanzan a saltos, entre la gran luz; ningún bosque los mancha y las rocas de los abismos les dan silencio. “Rasu-Ñiti” seguía con la cabeza y las tijeras este ritmo denso. Pero el brazo con que batía el pañuelo empezó a doblarse; murió. Cayó sin control, hasta tocar la tierra.

Entonces “Rasu-Ñiti” se echó de espaldas. —¡El Wamani aletea sobre su frente! —dijo “Atok’ sayku”. —Ya nadie más que él lo mira —dijo entre sí la esposa—. Yo ya no lo veo. “Lurucha” avivó el ritmo del yawar mayu. Parecía que tocaban campanas graves. El arpista no se esmeraba en recorrer con su uña de metal las cuerdas de alambre; tocaba las más extensas y gruesas. Las cuerdas de tripa. Pudo oírse entonces el canto del violín más claramente.

A la hija menor le atacó el ansia de cantar algo. Estaba agitada, pero como los demás, en actitud solemne. Quiso cantar porque vio que los dedos de su padre que aún tocaban las tijeras iban agotándose, que iban también a helarse. Y el rayo de sol se había retirado casi hasta el techo. El padre tocaba las tijeras revolcándolas un poco en la sombra fuerte que había en el suelo.”(2)

Todo esto nos lleva a reflexionar alrededor de las clases frustradas por la gripe que azota al país, y como el valor del patriotismo, va a ser difícil insertarlo en aulas, porque creemos que una de las formas de lograr algo es ejecutando, accionando sobre las páginas y la historia, leyendo con pasión y en la dramatización de la historia que va de la mano con actividades como las que teníamos pensadas y que no pudieron realizarse.

Tal vez octubre, el día de la canción criolla puede ayudar a ubicarnos en ese valor, y ojala la algarabía de esa fiesta extranjera llamada Halloween no nos malogre otra vez la propuesta.
Para concluir, fui creando mi actuación para esta fecha.


Imaginé a mis niños pequeños, dramatizando diversas escenas de la historia, por ejemplo dando vida a la Leyenda del Lago Titicaca, que fue relatada por primera vez por nuestro cronista mestizo el Inca Garcilazo de la Vega en su obra Los Comentarios Reales:


"El sol, viendo el estado penoso de los hombres, creó una pareja: Manco Capac el varón y Mama Ocllo, su esposa y hermana; les colocó un cetro de oro y les ordenó ir por el mundo para civilizar a los pobladores. Les encargó fundar un reino, e implantar en él el culto al sol.Manco Capac y Mama Ocllo salieron de las espumas del Lago Titicaca en la Isla del Sol (Bolivia), y avanzaron hacia el norte. El cetro de oro les serviría para encontrar el lugar ideal para la fundación del Imperio, pues en él se hundiría el bastón hasta desaparecer” (fuente Wikipedia).


Me imagino a una pareja de niños caminando con su cetro y el grupo de su aula arrodillado y cubiertos con un pedazo de tela marrón esperando que se hunda el cetro y como símbolo del nuevo pueblo que ha nacido salen sus compañeros quienes aprovechando un círculo en el piso toman asiento alrededor mientras se ejecuta la música de El Cóndor Pasa y ellos que previamente han elaborado en sus aulas su cóndor de material reciclado (botellas, y pita), van saliendo uno a uno a mostrar su trabajo : “El cóndor” y efectivamente va a pasar en simple para ellos y para todos nosotros.

...Luego los de la edad que sigue (me invento 4 años), ocupan el lugar y tenemos que el general San Martín descansa y el grupo de su aula sale con pañuelos rojos y blancos, para jugar con el tema de los flamencos andinos o parihuanas y ellos nos deleitaran ( previa historia y trabajo de este grupo de niños) con una danza al igual que la ejecutan estas bellas especies que son aves monógamas y que antes de formar parejas se reúnen y realizan una hermosa “marcha nupcial”. Con la música de por medio este grupo con los cuellos extendidos al igual que las aves hacia arriba mueven enérgicamente la cabeza a un lado y al otro jugando en un solo sentido conllevando en este ritmo sus pañuelos y derivando movimientos que permitan trabajar en tres espacios y en todo el escenario libremente al igual que las aves. Todo esto acompañado de una exquisita melodía .

Después de esta magnífica puesta veo a San Martín que despierta ante tanta belleza y dice una proclama simple y sencilla como la dirían los niños supongo que somos libres, somos niños y seamoslo siempre, más que suficiente.


Y... como broche de oro el grupo de 5 años previo sonido del pututo y con incienso por todos lados saliendo a ejecutar la danza del señor de Sipan, esa que se hacia cuando los guerreros llegaban cansados de la guerra y como las esposas los esperaban con antorchas y ellos danzan luego la danza de las sogas en la que nos deja el mensaje de unidad, fuerza y poderío, cerrando el acto con el discurso de todo el aula en el que los niños dicen :


"Les he dejado el tomate,
el frejol,
el maíz,
la papa,
mi sabia agricultura y sin envenenar el mundo,
mis bosques pulmones del mundo,
y mis manos y millones de manos, como éstas,
les he dejado mi arte, mi historia, mi filosofía, mi genética, me voy, pero mi voz seguirá viviendo…. ; y cerrar todo esto con un mensaje en el que todos los niños juntos digan : “ si el pasado fue glorioso el futuro será nuestro.”(3)


Ideas que haremos realidad en octubre o en el año que viene simplemente ya que educar es volver a vivir …



(1) http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibVirtual/libros/literatura/Cuento-SanMarcos/contenido/Arguedas.htm
(2) http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibVirtual/libros/literatura/Cuento-SanMarcos/contenido/Arguedas.htm
(3) http://www.youtube.com/watch?v=--wTaKaE-NA



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