martes, 4 de noviembre de 2008

UNA REFORMA EN DOS HORAS


El principal problema que tiene la educación pública peruana es que no tiene padrinos poderosos que aboguen por ella. Casi la totalidad de congresistas, ministros, gobernantes, altos funcionarios estatales, políticos, empresarios y decisores de políticas tienen a sus hijos y nietos en colegios privados, por lo cual lo que acontece en la escuela pública o las reformas que se proponen estarán condenados a ser ignorados.

Hay que buscar una fórmula que comprometa a los actores políticos y económicos a interesarse por la educación pública, a apropiarse de su sufrimiento, miserias, impotencia y desesperación. Propongo una fórmula barata e infalible. Establecer una norma que exija que toda autoridad pública electa o nombrada, sea ministro, congresista, alcalde, u otros altos funcionarios públicos, tenga la obligación de dictar 2 horas semanales de clases en uno de los colegios públicos más marginales de la provincia en la que desempeñan sus labores.

Aquellos que sean incompetentes para la docencia -y parecen haber muchos- deberán dedicar esas 2 horas a despachar con el director del colegio para enterarse del acontecer del centro educativo y asesorarlo en su administración.

Al hacerlo palparán lo que significa tener 50 alumnos por salón o lo que implica juntar alumnos de 3 grados en una misma aula. Conocerán a qué se le denomina tiza, pizarra, mapa, libros u otras ayudas didácticas en esos colegios y cómo es que un ladrillo y un tablón hacen las veces de una carpeta. Descubrirán también que contar con el total de los profesores y alumnos presentes, o procurar que éstos estén despiertos y captar su atención, es tan difícil como ganarse la lotería.

Es seguro que al cabo de un mes empezaría la gran reforma educativa que el Perú necesita. Es la reforma del interés que la clase política y burocrática estatal es capaz de poner en el fortalecimiento de la educación pública y la infinidad de iniciativas que podrían derivarse de ello. Para esa reforma no se necesitan consultores ni pedagogos expertos. El involucramiento personal de quienes dirigen el país es más que suficiente. El resto caerá por su propio peso.

León Trahtemberg
31 de Octubre de 2008



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